Desde hace varios decenios se reconoce que la emisión de clorofluorocarbono y otros contaminantes atmosféricos agotan el ozono estratosférico, lo que a su vez aumenta la exposición humana a la radiación ultravioleta y causa cáncer de piel y cataratas.
El reconocimiento de los efectos directos en la salud humana fue un estímulo muy importante para llegar al Protocolo de Montreal, que tiene por objeto reducir la emisión de contaminantes que debilitan la capa de ozono. Aunque este acuerdo internacional está demostrando su gran eficacia para reducir los riesgos a largo plazo, la radiación ultravioleta sigue siendo un peligro para la salud.
La Organización Mundial de la Salud y organizaciones asociadas, mediante el proyecto Intersun, han elaborado y promovido el índice UV, un instrumento para informar y educar al público acerca de la protección solar.
Fuente OMS